TRIP: Lo profesional, lo social y lo espiritual al servicio de los demás.

Un grupo de alumnas de la Universidad de los Andes, apoyaron, a través de sus conocimientos académicos y técnicos, a la comunidad Pehuenche ubicada en la localidad de Ralco, Alto Biobío.

Alumnas de diversas carreras de la Universidad de los Andes viajaron a principios de enero a Ralco, para ponerse a disposición de la comunidad Pehuenche que allí reside.

Alumnos de la Universidad de los Andes, motivados por la ayuda social, formaron hace unos años una iniciativa llamada TRIP. La sigla incorpora tres áreas de la persona: lo profesional, lo social y lo espiritual. Este año, por primera vez, el proyecto contó con voluntarias mujeres de carreras como Enfermería, Terapia Ocupacional, Ingeniería Comercial, Periodismo, Odontología, Nutrición, Kinesiología y Administración de Servicios que viajaron hasta Ralco, Alto Biobío, para ponerse a disposición de las necesidades de la comunidad Pehuenche de la zona.

El grupo fue acompañado por uno de los capellanes de la Universidad, Pbro. Jaime Williams, lo que les permitió a las estudiantes recibir ayuda espiritual y también entregarle a la comunidad apoyo en este aspecto. Alejandra Vila, directora de Vida Universitaria de la Universidad de los Andes, cuenta que esta iniciativa nació el año 2013 en alianza con el grupo Endesa, quienes le pidieron a la casa de estudios entregar servicios profesionales a la comunidad Pehuenche. La Municipalidad de Ralco, cada año, hace un catastro de las necesidades de la población para canalizar posteriores ayudas.

"Los TRIP partieron como muchos trabajos de verano: un bus, largo viaje, cerca de 60 alumnas, alojamiento en un internado... Pero, tuvieron una particularidad, cada una venía con sus expectativas y resultó que, una vez en Ralco, terminamos compartiendo los mismos desafíos y metas", cuenta Javiera Muñoz Massouh, estudiante de 4° año de kinesiología.

Un grupo de estudiantes a espaldas de la impresionante geografía del lugar.

El sello del voluntariado de Trip es la profesionalidad. Es así como el primer acercamiento a la comunidad fue con los kinesiólogos de la zona, quienes relataron la situación de los enfermos y sus respectivas condiciones. Luego, agrega Javiera, "poníamos en acción nuestras puntos de vista: veíamos qué hacía el kinesiólogo; cómo trabajaba con los escasos recursos; qué rol cumplía en la sociedad y en el equipo médico; a qué se dedicaba tanto en el box como en las rondas. Lo motivador fue que desde un principio, a pesar de ser estudiantes, se nos permitió tomar un rol activo: evaluar a los pacientes, hacer las entrevistas y dar las pautas de tratamiento."

"Las personas de la comunidad Pehuenche eran algo reacias a la evaluación y a las indicaciones médicas que dábamos, pero de a poco fuimos ganando su confianza. Asistimos a adultos mayores, muy deteriorados físicamente y que se preocupaban muy poco de su salud, y también visitamos a niños con déficits neurológicos, donde nos encontramos con madres presentes y atentas a las pautas de rehabilitación. Fuimos más allá de los conocimientos teóricos de la profesión, tuvimos que dar educación, apoyo y compañía, comenta conmovida Javiera.

Por lo general, la comunidad vive muy lejos de la posta o consultorio, así que se hacían rondas médicas: salíamos en camionetas desde el CESFAM de Ralco, a las distintas riveras, recorriendo alrededor de 4 a 5 comunidades (entre ellas: Malla Malla, Cauñicu, Trapa Trapa y Butalelbúm-, ésta última ubicada a pocos kilómetros de la frontera con Argentina), dejando insumos y visitando a los pacientes. De vez en cuando, aprovechábamos de tomar fotografías y disfrutar del maravilloso paisaje que entregaba la zona.

Estudiantes comenzando una de sus rondas médicas.

Fue linda experiencia, una instancia para aprender y compartir con nuestras compañeras de universidad y aprender de la gente de la comunidad".