San Josemaría en el Golfo (II). La vida en Dubai

Además de las guerras y la crisis de refugiados hay un tercer aspecto que ha marcado la migración a los países del Golfo en los últimos años: las oportunidades laborales. Muchos extranjeros (en el caso de Dubai, más del 70%) se han instalado allí en busca de nuevas oportunidades profesionales.

Un barrio humilde de Dubai (fotografía bajo licencia CC0)

No sólo el petróleo; la banca, la construcción, el transporte o los servicios, son sectores que llevan años dando empleo a extranjeros en Dubai. Aunque todos entran en la categoría de “expatriados”, el estilo de vida de los Emiratos es muy diferente en cada caso. En general, europeos y americanos llevan vidas relativamente confortables, mientras que los asiáticos trabajan para enviar dinero a sus familias, que muchas veces siguen residiendo en sus países de origen.

Interior de St Mary Catholic Church, Dubai (©St. Mary Catholic Church , Dubai, cortesía de avosa.org).

Y es que Dubai es la tierra de los extremos; el lugar donde edificios y precios por las nubes conviven con trabajadores con contratos de doce horas al día, seis días a la semana y que comparten apartamentos minúsculos con otras diez personas.

Una situación de contrastes

Leah Mae lleva sólo cinco años en Dubai, pero es capaz de apreciar las aristas de la bonanza económica. Aunque agradece las facilidades para, por ejemplo, comprar un coche, disponer de variedad de alimentos o tener cubiertos el alojamiento y la educación por parte de la empresa para la que trabaja, “tener todas estas comodidades también lleva a un estilo de vida materialista. Mucha gente no está contenta y busca continuamente la última novedad y, al final, el valor de una cosa se diluye”.

“La estancia en Dubai nos ha abierto la visión del mundo, dándonos a conocer tantas y tan diferentes culturas en un mismo lugar. Nos hemos enfrentado a retos y situaciones nuevas que hemos tenido que afrontar como familia". Maya, guatemalteca

Para Maya, guatemalteca, “la estancia en Dubai nos ha abierto la visión del mundo, dándonos a conocer tantas y tan diferentes culturas en un mismo lugar. Nos hemos enfrentado a retos y situaciones nuevas que hemos tenido que afrontar como familia, con mi marido y mis hijos; hemos hecho amistades hermosísimas aprendiendo a valorar, respetar y convivir con personas de distintos credos y formas de pensar”.

Parte de los asistentes a la misa del gallo en St Mary, en la pista deportiva ©St. Mary Catholic Church , Dubai, cortesía de avosa.org).

En el ámbito profesional también hay contradicciones. Fabien, francés, lleva tres años en Dubai y cuenta que “el clima business-friendly y el dinamismo empresarial son ventajas importantes, pero el foco en los negocios puede convertirse rápidamente en un problema, porque empuja a correr todo el día tras el dinero, de forma insaciable, y se convierte en un nueva religión”.

La posibilidad de asegurar un futuro a los hijos o hermanos es la que empuja a tantos a cruzar océanos y perseverar en un país extraño. Es el caso de Gwen y su marido, que acaban de tener su primer hijo. Sus trabajos actuales les permiten ahorrar, invertir, construirse una casa en su país de origen y asegurar el futuro de sus hijos.

Rose Nduku Mulwa lleva ocho años en Dubai, pero su marido y su hijo de 15 años siguen en Kenya. A veces, confiesa, ha estado a punto de dejarlo todo para volver

Pero ayudar económicamente a la familia implica, en muchos casos, afrontar el dolor de vivir sin ellos. Son decisiones difíciles. Rose Nduku Mulwa lleva ocho años en Dubai, pero su marido y su hijo de 15 años siguen en Kenya. A veces, confiesa, ha estado a punto de dejarlo todo para volver. También José Antonio Pacuan, padre de nueve hijos, se trasladó en 2012 a los Emiratos para conseguir más ingresos económicos para su familia, que se quedó en Filipinas. Una de sus hijas mayores ya le ha hecho abuelo, pero el año pasado otro de ellos falleció en un accidente. Ahora su esposa, delicada de salud, está con él en Abu Dhabi. Sacar adelante a la familia es lo único que lo mantiene allí.

Vista del Burj Khalifa, la estructura más alta del mundo (fotografía bajo licencia CC0)

En cambio, cuando la familia se traslada al completo, la situación es distinta. María Isabel Batres, también es de Guatemala y su marido es piloto. Viven en Dubai desde hace ocho años, con sus dos hijos. Valora positivamente este tiempo porque el estar lejos de parientes y amigos, ha reforzado los vínculos familiares. “Cuando las familias se trasladan al extranjero, pueden suceder dos cosas: o los lazos se fortalecen o los matrimonios se rompen. La fe me ha permitido mantener a mi familia unida y más fuerte”. También destaca otro aspecto: se han involucrado más a fondo en transmitir la fe a sus hijos, que no han podido asistir a una escuela católica. “Nos corresponde a los padres educar a los hijos en la fe y, por lo tanto, necesito estudiar más”.

Primeras comuniones en St Mary ©St. Mary Catholic Church , Dubai, (cortesía de avosa.org)

Mike, cuyo hijo pequeño ya está en la universidad, confiesa que la tarea educativa no fue fácil. “Los chicos estaban expuestos a una cultura con valores muy distintos de los nuestros y se requiere mucha fortaleza y una labor constante por parte de los padres para asegurar que no caen en la trampa del estilo de vida de Dubai”.

Juan Pablo, 30 años, que lleva tres en Dubái como gerente en una empresa, tiene una experiencia similar: “Venir aquí me ha permitido crecer, madurar y conocerme mejor, personal y profesionalmente”

En cambio, para los más jóvenes, vivir en los Emiratos es una oportunidad especialmente buena, que les permite crecer en independencia a la vez que, en muchos casos, ayudan a sus familias. Nicholette, de 23 años, dejó su trabajo de maestra y ahora es secretaria en una multinacional: “Quería salir de mi zona de confort, explorar quién soy y qué quiero hacer en el futuro”.

Juan Pablo, 30 años, que lleva tres en Dubái como gerente en una empresa, tiene una experiencia similar: “Venir aquí me ha permitido crecer, madurar y conocerme mejor, personal y profesionalmente”. Como contrapartida, “hay muchas horas de trabajo y se echa en falta a la familia, aunque también es verdad que cuando vuelves a España aprecias más los momentos con los tuyos”.

Para unos y otros es una sorpresa la piedad, la variedad y la participación multitudinaria de los católicos en los sacramentos

Cuidar la fe

Al ponderar el traslado a los Emiratos, algunos investigan las posibilidades que tendrán de practicar allí su fe. Antes de emigrar, Gwen se planteó si la oportunidad profesional también le permitiría seguir creciendo espiritualmente. La gran mayoría llegan convencidos de que no podrán practicar en un país musulmán.

Sin embargo, para unos y otros es una sorpresa la piedad, la variedad y la participación multitudinaria de los católicos en los sacramentos. Los europeos, además, destacan el fervor y la juventud de los asistentes. La Misa allí no es cosa de mujeres y ancianos. Fabien y Marc se sorprendieron de la cantidad de niños que corren entre bancos y pasillos.

Vista de Dubai desde el burj Khalifa (fotografía bajo licencia CC0)

Nicholette recuerda que la primera vez que asistió a la celebración eucarística en St. Mary no pudo llegar a la entrada, por la cantidad de asistentes. “La Iglesia en Dubai es verdaderamente católica, universal, donde personas de todo tipo son bienvenidas y hay respeto mutuo entre todos los fieles”, explica. También Louelle está asombrada por las colas en los confesionarios.

“La Iglesia en Dubai es verdaderamente católica, universal, donde personas de todo tipo son bienvenidas y hay respeto mutuo entre todos los fieles”, explica Nicholette

O Rickson, que recuerda la impresión que recibió al llegar: “Lo primero que noté cuando entré en St. Mary fue lo enorme que es. Nunca había visto una iglesia tan grande. Siempre está llena a rebosar de gente. Mi parroquia en la India es mucho más pequeña y no siempre tan viva. Es estupendo ver cómo crece la comunidad católica en Dubai”.

Además, la parroquia celebra la Misa en distintos idiomas y ritos, para facilitar que todos los asistentes puedan participar mejor en la liturgia. Por ejemplo, Maria Katbe, diseñadora libanesa de rito greco-católico, agradece mucho la Misa en árabe, más parecida a la de su país de origen.

"Nunca había visto una iglesia tan grande. Siempre está llena a rebosar de gente. Mi parroquia en la India es mucho más pequeña y no siempre tan viva. Es estupendo ver cómo crece la comunidad católica en Dubai”, cuenta O Rickson

La diversidad de horarios también es un reto a la hora de plantear las actividades de la parroquia. Liza trabaja en un centro comercial, en turnos de doce horas, que cambian continuamente, seis días a la semana. Esto limita bastante sus posibilidades para asistir diariamente a Misa, pero lo intenta.

Aun así, parte del apostolado es animar a los otros cristianos a cuidar su fe, a no abandonar la práctica religiosa, aunque cueste más.

Dunas del desierto (fotografía bajo licencia CC0)

Carol vino el 2009 desde Filipinas. “Me llamó la atención que, como los niños no aprenden la fe en los colegios, las parroquias dedican gran parte de sus recursos a las clases de catecismo. Este esfuerzo colectivo y el número elevado de alumnos no suelo verlos en mi país, quizás porque la catequesis está integrada en el currículum escolar o se enseña en casa. Además, hay distintos grupos y asociaciones que participan muy activamente en la parroquia y ayudan a la comunidad católica”.

“Me llamó la atención que, como los niños no aprenden la fe en los colegios, las parroquias dedican gran parte de sus recursos a las clases de catecismo", relata Carol

Las personas que provienen de países católicos están habituadas a tener muchas iglesias cercanas. En Dubai, en cambio, a pesar del esfuerzo que hacen las parroquias para facilitar al máximo la participación de los fieles, hay más dificultades. Las dos iglesias están a una distancia de unos 40 kilómetros entre sí. “Para ir a Misa nos preparamos como para salir de excursión”, dice Maria Isabel. “Y los días más señalados, como Navidad, Cuaresma o Semana Santa, son un verdadero desafío porque las parroquias están siempre a rebosar”.

Las personas que provienen de países católicos están habituadas a tener muchas iglesias cercanas. En Dubai, en cambio, a pesar del esfuerzo que hacen las parroquias para facilitar al máximo la participación de los fieles, hay más dificultades

La Iglesia pone todo de su parte para facilitar el precepto dominical. Maricar, que es una recién llegada, está admirada: “Con la Misa del domingo celebrada tres días a la semana, es de vergüenza perdérsela!”. Incluso entre semana: Jackie y algunas amigas fueron a pedir a la parroquia una misa los días laborables para las madres que no pueden asistir a primera hora de la mañana o última de la tarde porque están ocupadas con los niños. Ahora hay misa de 9 de la mañana en St. Francis y de 12 en St. Mary, con cientos de asistentes diarios.

El valor de las dificultades

La fe sostiene a los católicos en los momentos de soledad, de tentación o de desánimo. “Son ocasiones de crecer en fortaleza”, explica Louelle. “Y en humildad, paciencia, confianza”, añade Nicholette; “me doy cuenta de la importancia de vivir cada día con santo abandono: hoy tengo un trabajo relativamente bien pagado y un techo bajo el que cobijarme, pero mañana podría perderlo todo”. Para Fabien, “en este mundo de rascacielos y dinero, la fe se convierte en una brújula que da sentido y permite evitar los peligros”.

"Lejos de familia y amigos, no puedes apoyarte en nada ni nadie que te tranquilice, te proteja, te guíe, salvo Dios”, cuenta Melane

Lo mismo opina Melane: “Ante situaciones que no puedo controlar o explicar, ante algo difícil de entender, necesito confiar en la voluntad de Dios y creer que todo sucede por algún motivo. No es fácil, es una lucha diaria, pero por la gracia de Dios he sobrevivido. Lejos de familia y amigos, no puedes apoyarte en nada ni nadie que te tranquilice, te proteja, te guíe, salvo Dios”.

Rascacielos de Dubai de noche (fotografía bajo licencia CC0)

En los momentos difíciles, “seguramente la única manera de encontrar consuelo y mantenernos vinculados con nuestros orígenes sea la religión católica”, expone Juan Pablo. “La fe me mantiene firme, con ánimo, con esperanza, con ganas de seguir adelante, me da consuelo cuando me siento solo, cuando me siento apesadumbrado. Es la esencia de la vida, no importa donde vayas, no importa donde estés, Dios estará siempre contigo”, añade.

"Precisamente porque aquí me supone más tiempo y esfuerzo ir a la parroquia, valoro más el tiempo delante del Santísimo”, confiesa Marc

Para Marc, la Iglesia siempre está presente, con los brazos abiertos para ayudar a superar las caídas. “Cada semana en Misa uno tiene la oportunidad de recomenzar y coger fuerza, y esta es la clave para seguir adelante. Precisamente porque aquí me supone más tiempo y esfuerzo ir a la parroquia, valoro más el tiempo delante del Santísimo”.

¿Hablar de Dios?

A pesar de la libertad para practicar las distintas confesiones, está prohibido evangelizar a los musulmanes, bajo pena de cárcel o deportación. ¿Cómo puede dar testimonio un católico, entonces? Según los protagonistas de esta historia, hay muchas maneras.

Liza trata de dar testimonio en su trabajo tratando a sus colegas con respeto y amabilidad, haciendo su trabajo bien y con amor. “La mejor lección que he aprendido de San Josemaría es acompañar siempre el trabajo con oración y ofrecerlo; no importa lo difícil o cansado que sea, deja de ser una carga porque lo hago por Dios”.

Según Carol, “en un país con tanta diversidad de religiones, culturas y creencias, un cristiano debe demostrar un deseo constante de trascender todas las diferencias y los prejuicios raciales"

Según Mike, se trata de dar una respuesta cristiana a cada situación, mostrando amor, misericordia, compasión. En la misma línea piensa Carol: “En un país con tanta diversidad de religiones, culturas y creencias, un cristiano debe demostrar un deseo constante de trascender todas las diferencias y los prejuicios raciales, de comprender qué es la caridad y tratar a todos del mismo modo que lo haría Jesús”.

Burj al arab (fotografía bajo licencia CC0). Es una de las siluetas emblemáticas.

No se trata de hacer discursos, explica María Isabel, “sino de vivir como cristianos, seguir las leyes del país, dar buen ejemplo como familia unida, mostrando la luz de Cristo”. Para Maya, la clave está en los detalles del propio comportamiento: “Únicamente con el modo de actuar en el día a día. En las cosas pequeñas como sonreír por las mañana en el ascensor y tener siempre un gesto amable, una atención para el vecino, una actitud de respeto hacia sus costumbres y prácticas religiosas, siendo comprensivo con sus normas o restricciones. Rezar por ellos y procurar vivir en armonía llevando el sello cristiano en el vestir, hablar y actuar”.

Alejandro, que ha compartido piso con tres musulmanes, acaba diciendo: “Hemos aprendido mucho unos de otros. Se sorprenden mucho cuando les digo que somos hijos de Dios, que Dios nos quiere y que la fe engendra conocimiento de Dios”

Fabien remarca la oportunidad de poner en práctica actitudes que son más difíciles en el propio país. “Como católicos, aprendemos ideas bonitas sobre tolerancia que aplicamos poco en la vida diaria, por ejemplo acogiendo a extranjeros o refugiados. En Dubai, tenemos la extraordinaria oportunidad de trabajar con todo el mundo, con todas las religiones. Tolerancia y valores cristianos cobran sentido real en nuestro día concreto”.

Alejandro, que ha compartido piso con tres musulmanes, acaba diciendo: “Hemos aprendido mucho unos de otros. Se sorprenden mucho cuando les digo que somos hijos de Dios, que Dios nos quiere y que la fe engendra conocimiento de Dios”.