“Fuimos a dar un poco de lo que la gente joven tiene en abundancia: alegría y ganas de trabajar”

A comienzos del mes de enero jóvenes universitarios de diversas carreras y universidades se unieron para ayudar a familias del Archipiélago de Chiloé.

Entre los días 2 y 12 de enero, 50 jóvenes universitarios de diversas carreras y lugares de Chile participaron en los trabajos de verano organizados por los centros Alto Colorado y Alborada.

Lemuy es la tercera isla más grande del Archipiélago de Chiloé, y con una superficie aproximada de 97 kms. cuadrados y tan solo 4.125 habitantes, constituye la comuna de Puqueldón, que incluye -además de la localidad misma de Puqueldón- a cerca de 10 otros caceríos entre los que destacan Lincay, Liucura, San Agustín y Aldachildo, Ichuac y Detif, estas tres últimas por poseer iglesias declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En coordinación con la Asistente Social de la Municipalidad de Puqueldón, se analizó la situación de diversas familias de dichas localidades, las cuales posteriormente se vieron favorecidas con la reparación, remodelación y/o ampliación de sus viviendas. Así, fueron finalmente 5 las familias que se vieron beneficiadas con la reparación de pisos y techos, construcción de ampliaciones, escaleras o alcantarillados, instalación de revestimientos interiores y aislaciones, etc., de acuerdo a las necesidades de cada grupo familiar.

Virgen del Carmen: una estrella de mar para Lemuy

En paralelo, se levantó en la localidad de Liucura, una ermita en honor a la Virgen del Carmen. El diseño, junto a los planos y maquetas, se llevó listo desde Santiago, pero la ubicación donde posteriormente se construiría fue determinada en conjunto con los habitantes del sector, quienes determinaron construirla en la ladera de un pequeño cerro aledaño, con el objeto de que pudiera ser vista desde cualquier punto de Liucura, como así también, vista desde el mar.
El proyecto de la ermita contempló la instalación de dos paneles solares y un sistema de iluminación led, de modo que durante la noche la imagen de la Virgen se ve iluminada de forma autónoma. A propósito de esto, Francisco González, integrante del grupo cuenta que al dejar esta "hermosa Virgen, nos acordamos de esa imagen que nos ha enseñado la Iglesia: "La estrella del Mar" porque nos sirve de guía y consuelo en alguna época de desorientación y en que todo parece más oscuro. Los Liucorinos estaban felices y comentaban que les ha enviado un regalo del cielo".

La devoción a la Virgen del Carmen alcanza todos los rincones de Chiloé, aquí detalle de ventana en la ciudad de Ancud.

Por otra parte, un grupo de voluntarios se abocó a realizar catequesis entre los niños y jóvenes de Lemuy. De este modo, y en coordinación con el padre Patricio Garrido, párroco del lugar, se visitaron las distintas comunidades a lo largo de la isla. Hasta cada una de ellas se movilizaron dichos voluntarios, incluso recorriendo la isla en bicicleta, a reunirse con los niños y jóvenes que respondieron alegres a esta actividad, donde se impartieron clases de doctrina católica y se les hicieron entrega de diversos libros, estampas y rosarios.
En Lemuy, los voluntarios se radicaron en la Escuela Municipal de Puqueldón, la cual pasó a ser como su casa durante ese período.

Lazos de amistad y recuerdos imborrables

Los estudiantes arreglaron ventanas, techumbres y el sistema sanitario en las viviendas de cinco familias de Puqueldón.

Francisco González comentó "fuimos a dar un poco de lo que la gente joven tiene en abundancia: alegría y ganas de trabajar". Junto a los voluntarios, acudió el padre Sebastián Urruticoechea, quien tuvo la posibilidad de visitar y conversar con cada una de las familias como así también compartir con los voluntarios. Además, ofreció diariamente meditaciones y confesiones, junto con celebrar diariamente Misa en la iglesia de Puqueldón, y a petición de las familias realizó la bendición de las casas una vez concluidas las obras.
Finalmente los estudiantes universitarios destacan que "la acogida tanto por parte de las familias como de la comunidad lemuyana fue excelente, mostrándose contentos no sólo por la ayuda material, sino también por la compañía y cercanía que tuvieron con los voluntarios durante esos días, donde se llegaron a generar reales lazos de afecto mutuo" Por su parte, las distintas cuadrillas también se mostraron muy agradecidos y contentos por el buen recibimiento recibido, y en donde más de algún caso fueron agasajeados con tortillas caseras o con los tradicionales milcaos. En definitiva, comenta González, "se espera que todos se hayan quedado con un recuerdo de unos momentos imborrables y de lecciones profundas que ojalá duren para toda la vida".