Construyendo casas básicas en Coñaripe

El Centro Cultural Tajamares organiza cada año trabajos sociales para ayudar a las familias más necesitadas del país. Desde hace 6 años se realiza esta labor en la localidad de Coñaripe, un pequeño pueblo en la región de la Araucanía.

José Miguel en pleno trabajo

Este año el objetivo era la construcción de nueve Casas Básicas. Cada casa consta de 21 m2 y dispone de tres ambientes que contribuyen al mejor funcionamiento de la vida familiar. La elección de las familias se realiza en conjunto con la Parroquia de Coñaripe. Para esta labor es clave la ayuda de don Marcelo, secretario parroquial, quien generosamente dedica gran parte de su tiempo a las labores sociales de la comuna. Su información y conocimiento de la realidad social del lugar son indispensables para que los jóvenes se organicen y su ayuda pueda ser más eficiente, de acuerdo a las prioridades de la zona.

 

Susana y la casa de sus sueños

Susana es madre de tres hijos. Actualmente estaban viviendo los cuatro en la casa de sus padres, además de sus cinco hermanos, y sus respectivas familias. Susana ha luchado por sacar adelante a sus hijos, ahorrando los pesos que gana durante el verano. Se levanta a las 6:30 am todos los días para ir a cocinar humitas y luego venderlas durante la mañana a los turistas del lugar. En la tarde trabaja en diferentes lugares haciendo limpieza, reposición de alimentos, etc.

La llegada de una nueva casa para ella fue recibida con una gran sorpresa y alegría. Y poder construirla en el lugar que ella soñaba fue un auténtico regalo. Los voluntarios la levantaron en un escarpado terreno a unos dos kilómetros del pueblo, regalo de un familiar de Susana.

El ejemplo de la familia de Iván

Iván y el grupo de constructores

Iván es un hombre de 45 años nacido en Coñaripe, localidad en la que ha vivido toda su vida. Es un ejemplo claro de cómo una familia unida puede vivir muy alegre, a pesar de las dificultades.

Trabaja como auxiliar de la escuela “La Misión” donde el grupo de jóvenes voluntarios se alojaba. Junto con María, su esposa, y sus dos hijos, Álvaro y Patricio (de 10 y 12 años respectivamente), Iván vive desde ahora en una casa a 40 metros de su papá, quien generosamente les regaló un terreno. 

Hasta entonces, lo único que tenía Iván era una casa de escasos 15 m2, hecha, en gran medida, con madera y latas, lo que provocaba que cada invierno las lluvias causaran graves desperfectos en la vivienda.

Actualmente mantiene algunos animales en la estancia de su padre: una chancha con diez lechoncitos –a los cuales hay que alimentar en verano para poder venderlos en el invierno–, siete ovejas y una cantidad de pollitos, gallinas y gallos que le facilitan alimento esporádico.

Durante los trabajos de verano, Iván acudía diariamente a recibir a los jóvenes con su inolvidable sonrisa, quienes se daban cuenta que la construcción de esa vivienda básica sería de una gran ayuda para la familia. Por su parte,  María, consciente de los esfuerzos de los voluntarios por entregarle una construcción bien hecha hasta el último detalle, les regalaba tortillas de rescoldo recién sacadas de las brasas. Al llegar el mediodía, Agustín –el jefe de cuadrilla– le recordaba al “maestro” de turno que era hora de la clase de catequesis familiar.

El término de los trabajos y la bendición de la casa fueron momentos de gran emoción. Familia y voluntarios, visiblemente conmovidos, pudieron disfrutar de ver terminada la nueva vivienda y realizado un sueño.

Los jóvenes voluntarios

Pablo y Joaquín muy contentos con martillo en mano

Un total de 65 escolares de Santiago y Viña del Mar participaron en estos trabajos, jóvenes que durante el año frecuentan los medios de formación cristiana que se imparten en los centros del Opus Dei de Tajamares y Viloalle respectivamente. La amistad entre los voluntarios se hizo muy profunda y el ambiente era de mucha alegría. Esto se evidencia, por ejemplo, en el comentario que hizo Pedro, uno de los participantes, el día de su cumpleaños: “Es el mejor cumpleaños de mi vida”.

Clemente, Jack y Santiago

Además, los jóvenes pudieron conocer las condiciones en que vive la gente de Coñaripe y los problemas sociales a los que se enfrentan día a día. Esto les ayudó a darse cuenta que a pesar de las dificultades que la vida nos pueda deparar, siempre es posible salir adelante con esfuerzo y confianza en Dios. 

Al final, se pudo entregar una Casa Básica a las nueve familias, además de haber realizado las clases de catequesis familiar, impartidas por los mismos jóvenes que construyeron las casas.     

Aprontándose para un partido de futbol