Francisco es de Córdoba, y en enero le ofrecieron la posibilidad de participar como voluntario en el comité organizador de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. “Cuando surgió la posibilidad me daba un poco de vértigo, ya que por entonces estudiaba y trabajaba al mismo tiempo, y participar en este evento suponía ir a vivir a Lisboa y dejar de lado la vida y los estudios que tenía empezados en Córdoba”.
“Hasta ahora no había tenido la suerte de participar en una Jornada Mundial de la Juventud, ni como peregrino ni como voluntario. He participado en otros encuentros de católicos, pero siempre desde España y desde luego ninguno con la repercusión que tiene una JMJ”.
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Sin embargo no se lo pensó mucho y se lanzó a colaborar aportando su granito de arena en el área que lleva la parte económica de este evento. Dice estar muy contento y no haberse arrepentido en ningún momento de la decisión: “Como siempre que uno es generoso, el Señor lo recompensa, y la verdad es que está siendo una experiencia maravillosa sin ninguna duda. También he aprendido que a veces pensamos que tenemos muy claro nuestro camino pero también hemos de estar abiertos a estas cosas que nos va regalando el Señor de imprevisto”.
Los meses antes de que se celebre la JMJ, la organización y los voluntarios se encargan de que todo esté a punto: la pastoral, las cuentas económicas para el sostenimiento del evento (la comisión en la que colabora Francisco), la comunicación, la relaciones internacionales o el apoyo a los peregrinos para que esté todo listo cuando lleguen. “Aunque no sólo desde hace unos meses se está trabajando, realmente las Jornadas empiezan a prepararse desde el mismo momento en el que se anuncia la siguiente ciudad que las acogerá. Nuestra labor es trabajar para que estas dos semanas en las que transcurre la JMJ todo salga lo mejor posible. Todo está cuidado al más mínimo detalle: los espacios, la organización, los alojamientos, los eventos…”, cuenta Francisco.
Afirma que desde el punto de vista de los voluntarios están percibiendo que hay mucha expectación y ganas de juntarse por parte de los jóvenes que van a acudir. “Queda un poco lejos y la gente no se acordará, pero esta JMJ se tuvo que retrasar por la pandemia, lo que ha hecho que haya más ganas todavía por el parón de cuatro años desde la última JMJ, la de Panamá. Lo que veo en los voluntarios es entusiasmo de demostrarle al mundo que la Iglesia sigue viva y joven, que hay muchos católicos jóvenes y que el Evangelio sigue vigente en cada uno de nosotros con un testimonio de verdad y alegría. Y por supuesto también hay ganas de recibir al papa Francisco en Lisboa”.
Anima a todos los jóvenes tanto a participar en la JMJ como a ser voluntarios si tienen la ocasión: “Es una cosa que hay que vivir una vez en la vida, por el ambiente que se vive, por ver a más jóvenes del mundo entero como tú, con las mismas inquietudes, con las mismas ganas de luchar, con la misma fe en Cristo y el Evangelio”.