San Josemaría en La Chacra: un presente continuo

Cuando San Josemaría visitó la Argentina estuvo alojado en La Chacra, una casa de retiros y convivencias en Bella Vista, partido de San Miguel. Ana María vivía entonces en esa casa y cuenta su experiencia en primera persona.

Me llamo Ana María Sanguineti. Soy Profesora en Letras, Licenciada en Ciencias de la Educación y Doctora en Teología. Mi vocación es eminentemente docente.

En junio de 1974 era Rectora del ICIED (hoy ICES, Instituto de Capacitación para Empresas de Servicios), que existía desde 1972 como anexo a La Chacra. Las alumnas desarrollaban sus prácticas laborales de cocina y repostería; de limpieza y mantenimiento; de lavandería y conserjería, en las actividades que se realizaban en La Chacra. Allí vivió San Josemaría cuando vino a la Argentina, del 7 al 28 de junio de 1974.

Pude pasar esos días muy de cerca de San Josemaría porque en esos momentos La Chacra era mi casa. Su llegada se vivió con gran cariño y expectativa. En lo material, impulsaba a correr para terminar de instalar y decorar La Chacra, que se había habilitado tan sólo dos años antes -con muebles, en general, prestados y regalados- para actividades de formación como retiros espirituales y convivencias de estudio.

Podían faltar muchas cosas, pero nunca ingenio para descubrir detalles que mejoraran la casa y su funcionalidad. El cariño que teníamos al Padre –así le llamábamos, de acuerdo con el espíritu de familia que se vive en el Opus Dei- nos llevaba a querer dejar todo lo mejor posible. En esta tarea colaboraron muchísimas personas: quienes vivíamos en La Chacra, matrimonios amigos de supernumerarios y cooperadores de la Obra; familiares y parientes… Hubo quienes apuraron al carpintero que en Córdoba estaba terminando el mobiliario del comedor: las mesas redondas y las sillas, que llegaron a punto. Alguien prestó, y luego regaló, la imagen de una Virgen Dolorosa muy antigua que se colocó en el primer piso, en el hall que está junto al despacho y habitación que utilizó San Josemaría. Un sacerdote de la Obra pintó algunas inscripciones con jaculatorias que solía repetir el Padre y se colocaron en su habitación, en el despacho y en el patio de la casa colonial. Hay que agregar a todo esto los equipos de limpieza y de jardinería que se organizaron desde Buenos Aires con chicas jóvenes que frecuentaban Sur, La Ciudadela y Los Arrayanes.

Por dentro también nos íbamos preparando, con el convencimiento de que estaríamos unos días cerca de una persona santa: romerías a Luján para pedir a la Virgen por los frutos de la venida del Padre; convivencias de formación para dar a conocer el espíritu de la Obra. En todos, gente chica y gente grande, iba creciendo el deseo de conocer al Fundador. Si quisiera resumir todo esto en pocas palabras diría: mucha oración, mucha alegría, mucho trabajo. 

Yo ya conocía al Fundador del Opus Dei antes de que viniera a la Argentina, porque había vivido un par de años en Roma y allá tuve varias oportunidades de estar cerca de él. De cualquier modo, compartir esos días de 1974 con San Josemaría dejó una gran huella en mí. 

Me impresionaba que la gente fuera capaz de hacer cualquier cosa por estar un ratito con él, verle una vez más, aunque fuera de lejos o casi desde atrás de una cortina. Recuerdo que después del encuentro del miércoles 26 de junio en el Teatro Coliseo una señora comentó: “Aquí ha estado el Espíritu Santo”, refiriéndose a cómo transmiten la cercanía de Dios las personas santas. La alegría de quienes conocieron a San Josemaría en esa oportunidad era contagiosa y fructífera.

Todo lo vivido junto al Padre es en mí un recuerdo vivo, casi un presente continuo. Recuerdo que en una de las tertulias que tuvimos en el living de la Chacra, antes de que entrara, me detuve a contemplar un tapiz que todavía hoy se encuentra colgado sobre la chimenea del living, porque era representativo de lo que estábamos viviendo. En telas de colores se contornea el aljibe de La Chacra -que se halla ubicado en el patio empedrado que hay junto al oratorio- y alrededor, la inscripción: “Cada vez será más honda, el agua que sacarás”. Es una partecita de la letra de una canción que gustaba mucho a San Josemaría. Nos decía siempre las mismas cosas, pero de modo que cada vez llegaban con más profundidad al fondo de nuestra alma. 

Se podría decir que San Josemaría no sólo vivió, sino que sigue viviendo en La Chacra. Sus palabras y su sonrisa resuenan aún en los pasillos, y es su espíritu el que de un modo inefable sigue presente. Como él  mismo nos dijo: “Cuando menos lo penséis, andará el Padre por ahí, viendo un poquito a los hijos”.