La Chacra, como nunca la viste

En esta casa vivieron, durante su estadía en Argentina en 1974, san Josemaría y sus sucesores. Les acercamos anécdotas, fotos, videos y recuerdos indelebles de su paso por este lugar.

En esta foto histórica, caminando por las afueras de la casa, vemos a san Josemaría, acompañado del beato Álvaro y Javier Echevarría.

Las dos ventanas del balcón del primer piso corresponden, de izquierda a derecha, al escritorio y a la habitación que utilizó san Josemaría. Abajo, la habitaciónBuenos Aires fue la que utilizó Álvaro del Portillo.

En esos días, la vasija que se encuentra en la entrada se rompió accidentalmente, y se recompuso con unas lañas. San Josemaría, al verla restaurada, comentó “Ése, soy yo”, haciendo referencia a la debilidad humana y a la grandeza de Dios que perdona y recompone el alma. Mons. Emilio Bonell, Vicario Regional en esos años, con su característico sentido del humor, le respondió: “Si es así, mandamos la vasija a Chile y el Padre se queda en La Chacra”.

En esta pequeña sala, que se encuentra a la izquierda de la entrada, San Josemaría recibió a algunas familias.

San Josemaría besó piadosamente esta cruz de palo, en varias oportunidades, al salir del oratorio.

El faldistorio que usó san Josemaría aún se conserva. Fue tapizado por algunas supernumerarias que colaboraron en la instalación de esta casa de retiros.

San Josemaría se ubicaba habitualmente en los asientos de la última fila de bancos de la derecha del pasillo mirando al altar. Allí hacía un rato de oración, cada día y permanecía unos minutos durante la acción de gracias después de la Santa Misa.

Mientras san Josemaría celebraba la Santa Misa en el oratorio, ayudado por Javier Echevarría, el beato Álvaro lo hacía en la sacristía. Más temprano, en ese mismo lugar, la había celebrado ya don Javier.

En la misma sacristía se encuentra una talla en madera de la Santísima Virgen a quien los tres acostumbraban a dedicar una mirada cariñosa. En la mesa que está debajo, se preparaban los ornamentos para el beato Álvaro

El relicario contiene una muestra de sangre extraída a San Josemaría en un análisis realizado en la Clínica de Navarra, en 1967, y cabellos recogidos de un peine que usó en LaChacra. En el cuadro se enmarca la certificación de la autenticidad de estas dos reliquias de San Josemaría.

Este Ford Fairlane, que aún se conserva en La Chacra, fue el que usaron para trasladarse desde el aeropuerto de Ezeiza a la casa, el viernes 7 de junio de 1974.

Escalera que conduce a la zona de huéspedes de La Chacra: un hall, un escritorio y una habitación. Fue utilizada por san Josemaría en esos días.

El tapiz se realizó unos años después recordando la frase que nos dijo un día antes de partir, el 27 de junio de 1974. Están representados los lugares donde estuvo en la Argentina, entre ellos, la Basílica de Luján, que visitó para hacer una romería el 12 de junio.

Dormitorio que ocupó san Josemaría: se conservan la cama y los muebles que estaban en ese momento. La mayólica con la frase “Aparta Señor de mí lo que me aparte de ti”, es réplica de la que se encuentra amurada en la habitación de San Josemaría en Roma. Acostumbraba a repetir esas palabras como jaculatoria, una oración breve que le ayudaba a tener presencia de Dios.

En este living tuvieron lugar los primeros encuentros con grupos de hijas e hijos suyos, y con otras personas amigas, de Argentina, Paraguay y Uruguay. Las mesas del centro son las mismas que estaban en 1974.

Un grupo de supernumerarias y cooperadoras hicieron el tapiz que se encuentra sobre la chimenea para decorar el living. Estaba en aquellos días también como lo evidencia la foto.

El beato Álvaro ocupó la habitación Buenos Aires en la planta baja.

En el cuarto Córdoba vivió Javier Echevarría.

En un hall hay una caramelera de barro cocido, que fue obsequio del Club Los Arrayanes. La entregaron llena de chocolates y San Josemaría quiso dejarla como regalo para la casa de retiros.

El 25 de junio de 1974, san Josemaría plantó dos árboles: un ciprés calvo en la entrada y un ombú en el jardín de atrás de la Casa Colonial. Don Álvaro, que estaba con él, lo ayudó también con algunas paladas de tierra.

En 1974, la imagen de la Virgen, que está ahora en la ermita, estaba en la sala de estudio de la Casa Colonial. San Josemaría la bendijo y la besó tres veces.

La placa de azulejos pintados está amurada en un ensanche del camino que lleva a la ermita. Contiene el agradecimiento que pronunció san Josemaría durante la tertulia del 26 de junio en el teatro Coliseo:

“Tengo hambre de quedarme con vosotros. Y cuando me vaya me quedaré a los pies de Santa María de Luján; ahí dejo mi corazón; esto no es un modo de decir, no es una simplonería; es una realidad varonil. Hijos míos, gracias, gracias a Dios, gracias a vosotros y gracias a Santa María de Luján porque he venido y porque me iré, pero volveré; y además, me quedaré”.