Pastillas para el dolor ajeno

Reproducimos un artículo publicado el pasado 6 de octubre, en un diario de Paraguay, escrito por el Pbro Luis Caballero, vicario del Opus Dei en dicho país. La Obra celebraba ese día el aniversario de la canonización de San Josemaría.

El 2011 que ya comienza su etapa final nos ha traído grandes desafíos. La crisis económica que afecta a los países del primer mundo, las rebeliones que buscan libertad política en Medio Oriente, el reclamo de mejoras en educación y seguridad en América Latina.

"...los problemas del hombre poseen solución en el corazón del hombre."

Día a día notamos que los problemas del hombre poseen solución en el corazón del hombre. Solo una visión ética y solidaria de la vida puede proponerse superar los déficits del capitalismo salvaje, de los sistemas políticos totalitarios, de la corrupción, del narcotráfico y de la trata de personas.

En este contexto, los cristianos tenemos mucho para ofrecer. No solo el esplendor del Evangelio, sino también los frutos de la Iglesia, que combinan su experiencia milenaria al servicio de los hombres, con el florecer de nuevos movimientos y mensajes que surgen al buscar solución a los problemas actuales.

El 6 de octubre de 2002, Josemaría Escrivá fue canonizado por Juan Pablo II. El gran papa polaco decía del fundador del Opus Dei: "Fue un santo de gran humanidad. Todos los que lo trataron, de cualquier cultura o condición social, lo sintieron como un padre, entregado totalmente al servicio de los demás, porque estaba convencido de que cada alma es un tesoro maravilloso. En efecto, esta actitud de servicio es patente en su entrega al ministerio sacerdotal y en la magnanimidad con la que impulsó tantas obras de evangelización y de promoción humana a favor de los más pobres."

San Josemaría tenía una viva conciencia de las necesidades de los otros y no ahorró energías para intentar ayudar a los más carenciados. En estos días he conocido una campaña que se llama Pastillas para el dolor ajeno. La propuesta consiste en comprar unas pastillas de caramelo y al tomarlas curar a los demás, pues ese dinero se utiliza a fin de comprar medicamentos para personas sin recursos de África. Más allá de la idea ocurrente y creativa, el concepto es muy fuerte: ¿qué hacer cuando me duele el dolor de los demás? La pobreza, la violencia, la enfermedad, la soledad.

Se habla mucho en estos tiempos de libertad. Pero la verdadera libertad no puede ser excusa para olvidar las necesidades del prójimo. El "hago lo que quiero" de la libertad no debe olvidar que estamos rodeados de personas con necesidades, que no estamos solos en el mundo. Vivimos en la gran familia de la humanidad, como ha señalado Benedicto XVI en su encíclica sobre los problemas sociales y económicos del mundo actual. No podemos vivir una libertad salvaje, miserable, solo centrada en sí misma. Es preciso abrirse al otro, mirar a los demás a los ojos y ver allí sus necesidades, y así rebelarnos ante la vulneración de la dignidad humana.

Así lo expresaba San Josemaría en un país de Latinoamérica: "Tú y yo debemos ser rebeldes de los que dan soluciones: soluciones de justicia y soluciones de caridad, soluciones de cristianos". Los desafíos que el 2011 nos presenta, al mundo y al Paraguay, nos dan la oportunidad de vivir una libertad con rostro humano, una libertad solidaria que busca el bien de todos, la libertad de todos.

Por Pbro. Luis M. Caballero // Última hora (Asunción, Paraguay)