Tres nuevos diáconos: un servicio diferente

El próximo 3 de marzo, tres fieles del Opus Dei recibirán el diaconado de manos de Mons. Klaus Küng, obispo de la diócesis de St. Pölten (Austria). La ceremonia será en la parroquia de san Josemaría (Roma), a las 10:30 h.

Gabriel Robledillo, Emanuel Estrada y Javier Pérez.

El obispo Klaus Küng conferirá el diaconado a tres fieles del Opus Dei el próximo sábado 3 de marzo en Roma. A diferencia de las ordenaciones presbiterales, esta ceremonia no se transmitirá por internet.

Gabriel, del matadero de aves al doctorado en Teología

Gabriel Robledillo (Jódar, España, 1961) comenzó su carrera laboral en un matadero de aves en El Vendrell (Tarragona). Su tarea consistía en quitar la carne al ala izquierda del pollo. Haciendo ese trabajo comprendió que cualquier ocupación bien hecha puede ser agradable a Dios. Mientras trabajaba, obtuvo la licenciatura en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona.

Gabriel Robledillo (Jodar, 1961).

En 1991 volvió a su pueblo natal en Jaén, donde se ha dedicado a la enseñanza en el colegio Altocastillo durante 23 años. En este tiempo, se ha doctorado en Teología Moral y Espiritual con una investigación sobre La Cruz en Calderón de la Barca.

“Desde que anuncié que recibiría el diaconado y, dentro de unos meses, el orden sacerdotal –explica Gabriel–, han sido innumerables los mensajes que me han enviado. Uno de ellos era de un compañero de trabajo de Tarragona. Me decía que él nunca rezaba, porque no creía en Dios, pero que a partir de ese momento, todos los días pediría para que fuera un buen sacerdote”.

Javier, la búsqueda de la armonía

Francisco Javier Pérez (Jimena, Jaén, España, 1963) ha dedicado gran parte de su carrera profesional al trabajo gráfico en medios de comunicación españoles: el periódico deportivo Marca, el diario económico Expansión y la revista Mundo Cristiano. También ha dedicado 12 años al diseño editorial: “Cuando empecé a estudiar Teología, he procurado recortar ratos para seguir con interés los avances en diseño y, en la medida de lo posible, no perder habilidades creativas y técnicas”.

Javier Pérez (Jimena, 1963).

Como diácono, espera que su servicio ayude a muchas personas a encontrar a Dios y así dar equilibrio y belleza a sus quehaceres cotidianos: “Si en algo me puede servir los años de experiencia profesional en este nuevo servicio como diácono es en el deseo de transmitir a todos la ilusión por la búsqueda de lo bello, de lo armonioso, de lo dinámico”, explica.

Javier asegura que muchos familiares y amigos le están sosteniendo con la oración en estos días previos a su diaconado. Sin embargo, su mayor y más agradable sorpresa es que comienza a experimentar: la cercanía de quienes viven el mismo ministerio al que Dios le ha llamado. “En esta última temporada quizá la mayor ilusión ha sido recibir correos electrónicos de mis compañeros de Licenciatura de Teología, sacerdotes de muy diversas procedencias: Uganda, Ecuador, Perú, Brasil, México, Puerto Rico, Guatemala, Indonesia y, por supuesto, España”.

Emanuel, un empleo bien pagado

Tras diplomarse en Filología Inglesa, Emanuel Estrada (Monterrey, México, 1976) trabajó en la Ciudad de los Niños, una iniciativa educativa inspirada en las enseñanzas de san Josemaría. Su interés por ayudar a los alumnos se extendió a las familias, por lo que obtuvo una maestría en Orientación familiar.

Emanuel Estrada (Monterrey, 1976).

Tantos años en contacto con estudiantes y sus familias le ha enseñado que “cada persona cuenta con una historia particular, y agradece mucho que se le comprenda y se le aliente”. La educación permite “conocer a mucha gente con caracteres distintos y ser conscientes de que no hay recetas generales: cada uno tiene que recorrer su camino a la felicidad”. Emanuel espera que su servicio como diácono esté compuesto de “escucha y aliento para acercar a las almas a Dios. Como se suele decir, aquí no hay desempleo, y se paga muy bien”.

Él, que durante años ha ayudado a las familias de Monterrey, agradece al Señor que en su ordenación diaconal estarán presentes su padre y una de sus dos hermanas: “San Josemaría decía que a los padres les debemos el 90% de nuestra llamada, y en mi caso no ha sido la excepción”.