Ocho veranos de aventura solidaria en la Patagonia

Durante el mes de enero, cientos de jóvenes dedican en Argentina tiempo de sus vacaciones a trabajos solidarios. Más de 70 universitarios de Buenos Aires, pasaron 15 días en El Bolsón, Provincia de Río Negro, colaborando en la construcción de un Jardín Maternal y ayudando a la gente del lugar.

Enero es el mes arquetípico de las vacaciones. Miles de jóvenes van de un lado a otro buscando el sol, la montaña o el campo, para un merecido descanso. Sin embargo, no todo es lo que parece. Más de 70 universitarios que estudian en Buenos Aires -aunque muchos son del interior del país- eligieron dedicar la primera quincena de enero -para algunos, todas sus vacaciones- a realizar una labor social en El Bolsón, provincia de Río Negro. 

El Bolsón es un centro turístico en la Patagonia. En la zona conviven descendientes de inmigrantes y de mapuches. Alrededor de la ciudad, que ya tiene 35000 habitantes, proliferan barrios de bajos recursos, muchos de ellos sin cloacas, agua corriente, electricidad… 

En medio de este contexto de imperiosas necesidades, estudiantes y profesores, agrupados en la “Asociación Universitarios para el Desarrollo”, realizan viajes a esa comunidad desde hace ocho años. “En este tiempo, más de 250 jóvenes participaron de las actividades de la asociación en El Bolsón. Otros tantos, fueron a San Antonio de los Cobres en Salta, a Valle Fértil en San Juan, y al Chaco, Jujuy y Santo Tomé, Corrientes”, explica el Ing. Marcos Bamonte, uno de los coordinadores.

En 2008, se inició un nuevo proyecto, en el Barrio San José. Hugo Urquiola, rector de la fundación beneficiada, describe el trabajo: “Se dedicaron a la construcción de una importante ampliación del Jardín Maternal, que atiende a unos 30 chicos de 0 a 2 años y a unos 75 chicos en el jardín de infantes. También, llevaron adelante la restauración y pintura de nuestro hogar comunitario, donde en el 2007 se impartieron cursos de capacitación laboral a más de 110 personas del barrio, abriendo así posibilidades de mejora social”. 

A lo material, se suma lo humano y espiritual: el día de Reyes organizaron una fiesta con juegos, golosinas y regalos para más de 100 chicos del barrio, y también pudieron dejar en el Hogar unas 90 bolsas de ropa que se consiguieron por donaciones en Buenos Aires. Luego, la actividad de colonia de vacaciones con los chicos siguió durante otros cuatro días.

El día de Reyes

Además de esta obra central, se colaboró en la construcción de una gruta de la Virgen de la Medalla Milagrosa y en la restauración de la capilla del Barrio Esperanza, en el otro extremo de El Bolsón, al pie del cerro Piltriquitrón.

Enzo Galiana, que vive en La Plata y estudia Derecho en la UBA, resume su experiencia: “A veces, podemos acostumbrarnos a escuchar que el más beneficiado al realizar actividades solidarias es uno mismo. Pero, la verdad, es que al hacerlo uno se queda con la sensación de que recibe más de lo que da… Antes de venir, tuve mis dudas respecto de invertir mis vacaciones en esto, pero ahora, una sola sonrisa de los chicos, vale cien veces más que el esfuerzo realizado”. 

Gonzalo Iriso

Los gastos se subsidian con dinero que aportan los estudiantes que forman la “Asociación Universitarios para el Desarrollo”, dirigida por el doctor Fernando Toller, docente de la Universidad Austral. “Venden bonos de contribución y piden donaciones”, explica. Este año, colaboraron más de 30 instituciones o empresas, y cientos de particulares.

Capilla Barrio Esperanza

Gonzalo Iriso, de Adrogué, estudia Ingeniería Civil en la UBA. Este año viajó por segunda vez, y se ocupó fundamentalmente de construir una vereda y restaurar el frente del Hogar Comunitario: “Cuando volví del viaje el año pasado, sabía una sola cosa: volvería en el 2008. Estoy contento de que se haya podido concretar, sobre todo, porque además de ayudar en lo material, es como decirle a esta gente que hay alguien que los valora, que piensa en ellos; y que vale la pena hacer el esfuerzo para progresar, tanto humana como espiritualmente”. 

Viajaron también profesionales, entre ellos, Maximiliano Ferrutti -licenciado en comunicación-, Isidro Silveyra -ingeniero- y Juan Manuel Suárez -abogado y docente-. Mientras que otros, como los ingenieros Norberto Couto y Marcos Bamonte, participaron activamente en la organización sin concurrir al viaje. 

Renzo Melchiori, estudiante de quinto año de medicina en la UBA, explica: “El viaje comienza mucho tiempo antes, cuando un grupo de estudiantes y profesores nos juntamos para comenzar con la organización. En todos los años que llevo en este proyecto, no deja de sorprenderme la cantidad de gente que colabora de manera desinteresada. Es un verdadero milagro, se nota que Dios está detrás”.  

Desde el principio participa del viaje un capellán -perteneciente a la Prelatura del Opus Dei-, que se ocupa de la formación espiritual de los asistentes y también colabora en las actividades parroquiales durante esos días. Esteban Boggio vive en San Martín y estudia ingeniería en física médica en la Universidad Favaloro: “Este viaje solidario es una oportunidad para compartir con otros, para madurar uno mismo, para servir a mucha gente, y para profundizar en nuestra relación con Dios. Yo creo que la fuerza para hacer esto, la sacamos de la misa y la oración que tenemos todos los días a la mañana”.

El grupo que trabajó en el Hogar Comunitario

Norberto Couto, miembro del comité organizador reflexiona: “Estos proyectos solidarios nacieron y se realizaron a partir de la ilusión de jóvenes que no quisieron conformarse con la realidad ni quedarse en la queja estéril, sino que desearon involucrarse, poniendo manos a la obra para mejorarla”. 

 

Más información: contacto@universitarios.org.ar