México, a dos semanas del sismo

Tras el devastador sismo, surgen las historias de las miles de personas que decidieron salir a las calles con una sola idea en mente: ayudar.

19 de septiembre, 1.15 pm. Primero, ponerse a salvo. Después, el miedo y la confusión de los primeros minutos. Por fin, la información empieza a fluir: los daños son graves.

Miles son las personas atrapadas o en peligro, pero millones las que están dispuestas a ayudar. En torno a los edificios derrumbados y a las zonas destruidas, los adultos que aún recuerdan el terremoto del 85 y los jóvenes para quienes este es el primero en el que se unen para trabajar.

La cadena de ayuda recorre la sociedad entera. Desde los que están en el sitio, levantando trozos de cemento roto, hasta los que están en su casa, coordinando, moviendo gente, llevando víveres, buscando médicos. No hubo una sola alma en la nación entera que no se moviera por ayudar cuando el momento le llegó. México se volcó para salvar a los necesitados, y el mundo entero respondió.

"No puedo dejar de apoyar las necesidades de los demás".

A dos semanas de lo ocurrido, miles de historias surgen desde todos los rincones del país. Muchas más son las que quedarán ocultas. Cada uno de estos héroes transformó lo que tenía a su alcance, y aún más al inspirarnos a seguir dando, ayudando y extendiendo la mano.

Voluntarios cargando sus motos para hacer más ágil la entrega de víveres en las zonas afectadas de la Ciudad de México

En las primeras horas, en medio de la confusión de la ciudad colapsada, muchos fueron los que se activaron sin esperar. El profesor Diego Edwards, de la Universidad Panamericana, junto con su prometida, salió con su motocicleta –era imposible moverse en auto- a rescatar personas; a lo largo del día, pudo trasladar heridos a los hospitales y ayudar a otros a reunirse con sus familias; después, organizaron una flotilla entera. La maestra Lourdes Villanueva se convirtió en centro de logística; organizó centros de acopio durante los primeros días y más tarde buscó a familias concretas en necesidad, para ayudarlas con el apoyo de otras varias docenas de donantes.

Los que no podían ir, enviaban ayuda. Los que ya habían enviado, acompañaron las búsquedas en oración...

En las escuelas y clubes se organizaron de forma casi inmediata centros de acopio, tanto en la Ciudad de México como en las ciudades del resto del país. Quizás el principal fue el de la UP en Mixcoac, que ayudó a dirigir y organizar toneladas de alimentos, medicinas, material de higiene y voluntariado a los distintos puntos. El Colegio Monteverde se alió con la aerolínea Volaris para repartir víveres, y el Liceo del Valle organizó camiones para enviar ayuda.

Muchachos de la Residencia Universitaria Panamericana cargando materiales en uno de los pueblos afectados de Morelos

Los jóvenes que podían hacerlo –del Club Drakkar, la Universidad Panamericana, el Colegio Cedros o la RUP entre otros- se montaron sin pensarlo dos veces y, con pica y pala en mano, fueron a comunidades de Puebla, Morelos y Tlaxcala a apoyar en la remoción de escombros. Pedro D., con solo 12 años, se sumó junto con sus dos hermanos mayores para poder ayudar, diciendo: "No puedo dejar de apoyar las necesidades de los demás".

Los que no podían ir, enviaban ayuda. Los que ya habían enviado, acompañaron las búsquedas en oración, también en las distintas ceremonias eucarísticas que se realizaron para ofrecer por las víctimas. La gente, incansable, volcada hacia sus hermanos, con una sola pregunta en los labios: ¿qué más puedo hacer?

Voluntarios de la Universidad Panamericana acudieron no solo a las zonas afectadas en la Ciudad de México, si no que también fueron a Morelos y Puebla para ayudar con las labores de reconstrucción

Aún queda mucho –muchísimo- por hacer y reconstruir. Los héroes lo son porque no han pedido serlo; sino porque ante el reto supieron responder con velocidad y generosidad.

Nunca el dolor que se ofrece cae en saco roto. Acompañados por el Prelado desde Roma, todos dieron todo lo que podían y un poco más. La Virgen de Guadalupe que cuida esta tierra sabrá inundar de bendiciones la vida que hoy nace bajo los escombros.