Un favor en el cumpleaños del beato Álvaro

A las 23:02 recibí una llamada de mi padre, llorando desconsolado, porque mi sobrino, su nieto, agonizaba. Su corazón latía a 280 pulsaciones y estaba fibrilando. En ese momento vino a mi cabeza de golpe, y le dije a mi padre: “Pues a encomendar a D. Álvaro, que hoy es su cumpleaños”.

Capturas de pantalla sobre el relato del favor del beato Álvaro del Portillo.

Mi mujer y yo tenemos seis hijos, y rezamos asiduamente la estampa del Beato Álvaro para pedir por la curación de uno de nuestros hijos que sufre una grave discapacidad motora.

El pasado 11 de marzo de 2016 por la mañana, un amigo sacerdote me envió un mensaje al móvil para recordarme que ese día era la efemérides del nacimiento del Beato, algo que mantuve en la cabeza durante todo el día.

Aquella tarde, alrededor de las 18:30, recibí una llamada de mi padre informándome de que mi cuñada, que vive en Texas (Estados Unidos), y que estaba en su último mes de embarazo de su segundo hijo, iba a ser ingresada de urgencia para provocarle el parto porque se había producido una situación grave que no me supo explicar con detalle, previniéndome de que estuviera al tanto de próximos acontecimientos. Desde ese momento, comencé a encomendar el buen fin de la cesárea y la salud de mi sobrino.

Por la noche, supe por mi padre (ya que yo no quise molestar a mi hermano en esta situación) que el nacimiento se había producido pero que el niño tenía algún tipo de problema cardíaco serio, que en ese momento los médicos estaban analizando. La situación parecía grave, y mi mujer y yo, mientras atendíamos las tareas habituales en casa, encomendábamos juntos el buen fin del problema.

A las 22:14 recibí un mensaje de texto de mi padre que decía “Está crítico”. En ese momento subimos a nuestros hijos a leer a sus cuartos (vivimos en un chalé) y mi mujer y yo rezamos un rosario juntos encomendando una vez más la recuperación de mi sobrino.

A las 23:02 recibí una llamada de mi padre, llorando desconsolado, porque mi sobrino, su nieto, agonizaba. Su corazón latía a 280 pulsaciones y estaba fibrilando. En ese momento vino a mi cabeza de golpe, y le dije a mi padre: “Pues a encomendar a D. Álvaro, que hoy es su cumpleaños”. En ese momento mi mujer estaba arriba con los niños. Yo cogí la estampa del Beato, me arrodillé en la sala de estar ante una imagen de la Virgen que tenemos, y la recé. Inmediatamente después, sentí la necesidad de hacer lo mismo pero en familia. Subí arriba y anuncié a los niños la gravedad de la situación. Los mayores saben básicamente quién fue el Beato D. Álvaro; les expliqué que tiene predilección por los niños, y rezamos todos juntos la estampa. Yo tenía lágrimas en los ojos de la emoción, y la íntima convicción de que D. Álvaro iba a ayudarnos en esta ocasión. Terminamos, arropamos a los niños en sus camas, les apagamos la luz, bajamos mi mujer y yo y a las 23:54, justo antes de que terminara el aniversario del Beato, recibí una llamada de mi padre: me anunciaba que el niño se había estabilizado de pronto, misteriosamente, y que los médicos no se lo explicaban. Mi alegría y emoción fue enorme. Luego supe que mi padre también había buscado una estampa del Beato y la había rezado.

Pasamos la noche sacando unos billetes de avión para mi padre, que quería ir a acompañar a mi hermano en este trance. Mi sobrino se mantuvo totalmente estable, lo que permitió su traslado a un hospital donde podía recibir un tratamiento más adecuado, y poco a poco durante los días siguientes su condición fue mejorando progresivamente hasta que algo más de una semana después recibió el alta médica.

Fueron también providenciales las fechas del vuelo de ida y vuelta de mi padre: sacando los billetes con nula antelación no había donde escoger, eran las únicas fechas disponibles, y la vuelta era unos 10 ó 12 días después. No estábamos seguros, pero afortunadamente dio tiempo a que mi padre acompañara en todo este proceso a mi hermano, y cogió el vuelo de vuelta justo el día después de recibir el alta el niño, llegando a España… el 23 de Marzo, aniversario del fallecimiento del Beato D. Álvaro del Portillo. De esta coincidencia nos dimos cuenta un par de días después.

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