CON ESPÍRITU DE SERVICIO

"Estoy convencido de que el mensaje de San Josemaría Escrivá de Balaguer nos puede ser de especial utilidad en este momento a todos los argentinos, tan necesitados de recrear nuestra cultura del trabajo", escribe Patricio Olmos, vicario del Opus Dei en la Argentina, en un artículo publicado en el diario La Nación, el 27 de Junio de 2005.

"Este hombre muerto ayer dedicó su existencia a ayudar a la gente a realizar su destino sobrenatural por la humana vía de ser más trabajadores y más justos. Enseñó que trabajar con autenticidad es amar el propio quehacer profesional y realizarlo con afán de obra bien hecha. Enseñó que una manera de hacer justicia con autenticidad es poner también aquel afán en el cumplimiento de toda clase de deberes?"

Así comenzaba uno de los tantos artículos dedicados a San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, después de ese 26 de junio de 1975, día en que Dios se lo quiso llevar a su presencia.

El valor humano y sobrenatural del trabajo se encuentra en el núcleo de sus enseñanzas. Y, por ser parte medular del mensaje, lo fue antes de su vida.

El psiquiatra Víctor E. Frankl -con la luminosidad de su ciencia y las profundas y ricas experiencias de su vida, que incluyen años en campos de concentración na-zis-, describía el ritmo de vida de San Josemaría de esta manera: "Vivía totalmente en el instante. Se abría a él completamente y se entregaba a él del todo. En una palabra: para él, debía poseer el instante todas las cualidades de lo decisivo".

Los argentinos, además, tuvimos la posibilidad de aprender de labios de San Josemaría, en junio de 1974, un año antes de su fallecimiento, que un aspecto central del trabajo es la disponibilidad habitual de servicio a los demás, a la Nación y a Dios. Quizá por eso, desde entonces surgieron muy variadas iniciativas para la promoción humana, impulsadas por fieles cristianos del Opus Dei, junto con otras personas de buena voluntad.

Hoy es claro el aporte cultural que realizan las universidades para la transformación de nuestra sociedad en los temas de fondo, propios del largo plazo. Es lógico que todas las instituciones valoren y apoyen el trabajo de los investigadores, profesores y alumnos universitarios, sabiendo que con sus aportes mejoran a la sociedad en su conjunto.

Algo similar ocurre en el área de salud, donde están trabajando con ahínco y seriedad muchos grupos de profesionales para intentar dar soluciones a tantos males físicos.

Junto con estas iniciativas, vemos colegios rurales que fomentan la unidad familiar en zonas de baja población y que capacitan a los alumnos para que puedan transformar unidades poco productivas en emprendimientos capaces de generar los recursos económicos que facilitan el crecimiento de las familias y el desarrollo de la sociedad.

Existen, además, dispensarios médicos, comedores escolares, colegios y talleres donde se enseñan oficios. En definitiva, iniciativas grandes o pequeñas, orientadas a elevar la condición de cada mujer y de cada hombre, iluminadas por una clara misión de servicio.

Si hablamos de trabajo, estamos hablando de aquello que Dios espera de cada persona. El fundador del Opus Dei encontraba este llamado en el libro del Génesis (capítulo 2, versículo 15): "El Señor suscitó el Opus Dei en 1928 para ayudar a recordar a los cristianos que, como cuenta el Génesis, Dios creó al hombre para trabajar. Hemos venido a llamar de nuevo la atención sobre el ejemplo de Jesús, que, durante treinta años, permaneció en Nazareth trabajando, desempeñando un oficio".

Este mensaje tiene como destinatarios a todos los hombres y mujeres, sin distinguir profesiones, condiciones sociales, razas, etcétera. Bajo estas consideraciones, la vida de cada persona, la de cada uno de nosotros, adquiere una hondura diferente y su proyección está muy por encima de cualquier éxito humano.

"Cuando la fe vibra en el alma, se descubre, en cambio, que los pasos del cristiano no se separan de la misma vida humana corriente y habitual. Y que esta santidad grande, que Dios nos reclama, se encierra aquí y ahora, en las cosas pequeñas de cada jornada."

Somos conscientes de los grandes problemas de los diversos sectores de nuestra sociedad, de sus instituciones públicas y privadas. Estas carencias suelen tener, en buena medida, un denominador común: la ausencia, o una presencia menguada, de las virtudes necesarias para realizar un trabajo bien hecho y con espíritu de servicio. Por eso estoy convencido de que el mensaje de San Josemaría Escrivá de Balaguer nos puede ser de especial utilidad en este momento a todos los argentinos, tan necesitados de recrear nuestra cultura del trabajo.